Los primeros pasos de una vida especial.
José María nació en agosto de 1995, en un día de mucho calor. Su llegada llenó de alegría a su familia: fue un bebé risueño y feliz, siempre sonriente, que rápidamente conquistó a todos, en especial a su hermano.
Con apenas un año, en la playa, dio sus primeros pasos. Ese pequeño avance se convirtió en símbolo de lo que marcaría su vida: cada logro, por sencillo que pareciera, era motivo de celebración.
El silencio que nos enseñó a escuchar
Cuando José María tenía dos años, sus padres empezaron a notar que algo no iba bien: aún no hablaba y en la guardería les decían que apenas se relacionaba con otros niños.
Comenzó entonces un camino de incertidumbre, de médicos y de pruebas, hasta que llegó la palabra que marcaría sus vidas: Trastorno del Espectro del Autismo (TEA).
Aquellos primeros años estuvieron llenos de rabietas —en el supermercado, en los columpios, esperando turno—, fruto de la frustración de no poder expresarse. Dijo “mamá” una vez, y después dejó de decirlo.
Pero incluso en ese silencio, José María encontró una manera de comunicarse: a través de gestos. Con una mirada o una señal podía pedir un caramelo a su abuelo o expresar que quería volver a casa.
El gran avance llegó cuando empezó a acudir a Autismo Sevilla, donde descubrió los pictogramas. Aprendió enseguida a usarlos, y con ellos llegó la calma: por fin podía anticipar lo que iba a suceder, comprender rutinas y sentirse más seguro.
Poco a poco las palabras volvieron, primero frases cortas como “a casa”, “comer arroz” o “El Rey León”. Más tarde, expresiones más largas, muchas veces tomadas de personajes de Disney o de conversaciones que escuchaba.
Con apoyos y esfuerzo, José María fue ganando autonomía: vestirse, lavarse los dientes, comer por sí mismo… Cada pequeño paso era un gran triunfo.
Dibujar el mundo para entenderlo
Desde muy pequeño, José María buscó la manera de dar forma al mundo que lo rodeaba. Al principio lo hizo a través de dibujos: viñetas que plasmaba en sus cuadernos y que se convirtieron en sus primeras agendas. Cada trazo le servía para anticipar lo que iba a pasar y sentirse más tranquilo.
Cuando no sabía dibujar algo, pedía ayuda. Así aprendía nuevas formas, nuevas palabras y, al mismo tiempo, una manera distinta de ordenar la realidad. Le gustaba tener en la mano esos papeles con sus dibujos: eran mucho más que simples bocetos, eran su guía.
Con el tiempo, esas agendas se transformaron en escritos. Empezó a llenar páginas con pensamientos, secuencias de películas o frases que escuchaba. Aunque no le gustaba que nadie las leyera, en ellas encontraba refugio.
Hoy José María tiene un vocabulario mucho más amplio, se comunica con facilidad y sigue preguntando el significado de cada palabra que desconoce. Su curiosidad sigue siendo el motor que le ayuda a crecer y a hacerse entender
Cuando pensamos en el autismo, tendemos a hablar de niños y niñas. Pero el autismo es una condición que acompaña a la persona a lo largo de toda su vida, siendo, de hecho, la etapa adulta la más larga y en la que más recursos se necesitan. Una etapa en la que los retos se multiplican, abarcando diferentes áreas como el acceso a una vivienda o al mercado laboral, así como las dificultades asociadas a los problemas de salud que habitualmente todos y todas tenemos con el paso de los años.
Uno de los grandes retos es la incertidumbre ante el futuro, sobre todo cuando llega el momento en el que los padres, principales cuidadores, envejecen o faltan. Desde Autismo Sevilla, y gracias a proyectos como este, trabajamos para crear y ofrecer recursos a las familias que faciliten opciones de vida independiente a personas autistas con diferentes necesidades de apoyo.
Un mundo lleno de pasiones sencillas.
José María siempre ha encontrado la felicidad en las cosas más simples. Desde pequeño disfrutaba con los cacharritos, los columpios y las piruetas que hacía con su padre. Le encantaba comer pan a bocados, caminar descalzo en casa o pasar un rato tranquilo en la terraza de Rota.
El agua siempre ha sido uno de sus refugios: nadar, bañarse en la playa, jugar a la pelota o simplemente correr sintiendo la brisa en la cara. También le apasionaba montar a caballo con Favorito, su inseparable compañero en tantas aventuras.
A lo largo de los años ha reunido muchas aficiones: doblar papeles para relajarse, ordenar sus DVD, ir al videoclub, viajar —siempre disfrutando del coche—, escuchar música de Mecano o perderse en YouTube.
Entre todas esas pasiones también está su lado más tierno: las chicas guapas siempre consiguen arrancarle una sonrisa.
José María es, en definitiva, alguien que encuentra alegría en los pequeños detalles de la vida. Y en ellos, construye su mundo.
Aprender y celebrar la vida.


José María estudió primero en un aula de integración en el colegio Las Artes y después en el colegio Ángel Rivière, donde realizó tareas escritas, redacciones, cuentas, preguntas y muchas otras actividades. Siempre mostró interés, dedicación y una enorme capacidad de esfuerzo.
Pero más allá del colegio, su vida se llenaba de celebraciones y tradiciones. José María es de los que disfrutan tachando los días en el calendario, esperando con ilusión las fechas señaladas.
Cada enero escribe su carta a los Reyes Magos con la ayuda de su madre. En Semana Santa fue monaguillo y nazareno cuando era pequeño, y hoy la vive desde las sillas, arreglándose y compartiendo tapas en familia. En la Feria siempre le atrajeron más los cacharritos que las casetas. Desde niño ha asistido a campamentos de verano, donde se lo pasaba en grande. Y su cumpleaños lo celebra en la playa, rodeado de amigos y con regalos que lo hacen feliz.
Para José María, el aprendizaje y la celebración van de la mano: en cada pupitre, en cada tradición, en cada instante compartido.
Viajar para soñar despierto.
José María ha tenido la suerte de recorrer muchos lugares, pero hay uno que siempre recuerda con especial cariño: Disneyland París. Allí la magia, los personajes y la fantasía se convirtieron en un recuerdo imborrable, un viaje que guarda como uno de los más felices de su vida.
También ha disfrutado de visitas a Isla Mágica, donde la adrenalina y la diversión se mezclaban con su curiosidad. Y más cerca de casa, ha encontrado alegría en los bares, las tiendas de DVD, los videoclubs o simplemente paseando por los sitios que forman parte de su día a día.
Para él, cada viaje es mucho más que un desplazamiento: es la posibilidad de soñar despierto, de descubrir, de crear memorias que lo acompañan siempre.
Las personas que dan sentido a su vida.
La historia de José María no se entiende sin las personas que lo han acompañado siempre.
Su madre, atenta a cada detalle, ha sido motor y guía en su superación. Su padre, paciente y cercano, le ha enseñado tantas cosas y sabe comprenderlo como nadie. Su hermano Carlos es su otra mitad: con una sola mirada pueden entenderse.
También han sido fundamentales sus tías. Con la tita Reyes aprendió palabras en inglés; con la tita Amelia comparte confidencias y afecto, hasta el punto de decirle con ternura: “te quiero Amelia”. Sus abuelos, presentes en cada etapa, lo han cuidado con amor: siestas junto al abuelo, comidas preparadas por la abuela, momentos que marcan vida.
Los amigos también forman parte de ese círculo: desde los de su hermano, que buscaban integrarlo, hasta aquellos que se han ido sumando en la playa o en sus espacios favoritos. Entre todos, han construido una red de cariño y compañía que le da seguridad.
Para José María, las personas que lo rodean son mucho más que familia o amigos: son quienes dan sentido a su vida.
Un futuro que merece ser suyo.
En agosto de 2025, José María cumplirá 30 años. Hoy es un hombre serio, formal y trabajador. Convive con la condición autista, lo que en ocasiones lo hace inflexible y muy necesitado de estructura: no le gustan los cambios y necesita que su día a día tenga orden y claridad.
Desde pequeño ha contado con el apoyo constante de profesionales de Autismo Sevilla, que junto al esfuerzo de su familia han hecho posible que su calidad de vida mejore y que juntos disfruten de actividades que les llenan de alegría.
Pero al mirar hacia adelante surge la gran pregunta que acompaña a tantas familias: ¿qué pasará con él cuando sus padres ya no estén?
José María es una persona adulta, con gustos, necesidades y derechos como cualquier otra. Necesita un lugar en el que pueda vivir con tranquilidad, rodeado de personas que lo entiendan y lo respeten, en un entorno donde su condición no sea un obstáculo, sino una circunstancia más de su vida.
Ese es el deseo, la esperanza y también la lucha de su familia: que José María, y tantos jóvenes como él, puedan tener un futuro digno, estable y lleno de comprensión.

Construyendo su horizonte, construimos su futuro .
Los fondos recaudados por el #RetoPichón 2025 irán dirigidos directamente a Autismo Sevilla, para dotar un proyecto al que hemos llamado Horizonte.
Horizonte, nace con la vocación de poner de manifiesto la realidad de las personas con autismo y de sus familias, así como de ofrecer a estas personas oportunidades de autonomía e independencia en la etapa adulta.
Si quieres ayudarnos solo tienes que seguir el siguiente enlace para hacer tu donación.