El sábado 3 de octubre era una fecha muy especial, la primera prueba del #RetoPichón2020. Está siendo un año, como mínimo, diferente. Todo lo que tenía planeado de la noche a la mañana se había esfumado. Pero como vengo diciendo desde hace ya algunos meses, tenemos ahora mismo un problema importante de salud como es el virus, pero el cáncer, la ELA, la parálisis cerebral, el alzhéimer, el autismo, y los chic@s sordociegos a los que estamos ayudando este año, ¡no pueden esperar, nos necesitan más que nunca!
Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: “esta mujer está más loca de lo que pensaba”. Pero rápidamente lo vi y pensé, “¡puede ser espectacular!”
Cuando recibimos la comunicación de que el Maratón de Sables se suspendía definitivamente, nos dieron un gran mazazo, porque habían sido muchos meses de entrenamientos bastantes duros. Pero sobre la marcha, mi amiga Raquel Domínguez, con su sonrisa eterna, me planteó cruzar el Río Guadalquivir desde el Puente de las Delicias hasta el Puente del Alamillo. Me decía que por su discapacidad podíamos llamar mucho la atención. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: “esta mujer está más loca de lo que pensaba”. Pero rápidamente lo vi y pensé, “¡puede ser espectacular!”.
Desde ese momento, hace aproximadamente un mes y medio, iniciamos la preparación, permisos y papeleos para poder tirarnos a nadar. Y como siempre digo, además había que nadar los 6 kilómetros de distancia. ¡Pero, ya lo teníamos todo listo!
Ese sábado amanecí muy temprano, quedaban los últimos preparativos para que todo saliese como queríamos. Lo primero era recoger a mi hijo Juan, es para mí una parte muy importante de mi vida y de todo lo que hago. No sé qué pasará por su cabeza ahora mismo de todas estas aventuras, pero estoy convencido que de mayor las recordará y siento que nos están uniendo mucho, por lo menos esa es mi sensación. Pero nunca se sabe…
Nos fuimos juntos para el Club Náutico desde donde salíamos. Allí estaban esperándonos Humberto y David, éste último era la persona que nos iba a vigilar desde el agua, desde la embarcación de apoyo. Al poco tiempo, llegó mi amigo Antonio – que tranquilidad me da siempre que este él – , Ricardo con su hijo Gonzalo. Y por fin, Raquel acompañada de su amiga Rami.
Ese instante me recuerda que esa es la razón de todo, del porqué nos metemos en el agua.
Ya estábamos todos y entonces tocaba empezar a prepararnos para cubrir la distancia que nos habíamos propuesto. Y de repente, sin esperarlo, llegaron personal, padres y algun@s de los chic@ sordociegos de Apascide, la ONG en la que esté año estamos poniendo nuestro empeño, para ayudarles a que puedan tener una vida plena y feliz. ¡Qué emocionante! Habían venido todos a animarnos. Y fue muy especial ver a Alejandra… Ese instante me recuerda que esa es la razón de todo, del porqué nos metemos en el agua. Por un lado, para darles la mayor visibilidad posible, y por otro, seguir recaudando fondos para poder hacerles la vida un poco más fácil.
A las diez en punto, como teníamos previsto, nos tiramos al agua. Al principio necesitábamos unos pocos de metros para adaptarnos a nadar el uno al lado del otro. Pero cuando dos personas tienen claro por encima de todo cual es la razón del porque están allí, muy rápidamente nos complementamos. Me tocaba ir un poco más adelantado y después de unas cuantas brazadas esperarla, respirar, darle ánimos… Y fue en ese mismo instante cuando me di cuenta de que en el agua también se puede llorar. En medio de un río, haciendo un esfuerzo importante, y viendo en primera persona como una chica sin movilidad en sus brazos, con una enfermedad degenerativa que le hace tener que soportar muchos dolores, estaba dando todo lo que tiene y más por ayudar a otros que lo necesitan en vez de pensar en ella. Eso es generosidad en estado puro. Cuando das lo que no tienes.
Faltando tres puentes, ella me dijo, “Juan Luis, tengo hipotermia”
Seguimos poco a poco avanzando, manteniendo el ritmo. Desde el principio empezamos a escuchar y sentir los gritos de las personas que nos acompañaban en pádel surf, piraguas, las que estaban en la orilla y en los puentes, ¡fue muy especial!
Yo la miraba continuamente pensando si iría bien, me daba hasta miedo preguntárselo, pero yo también empezaba a notar el cansancio. Faltando tres puentes, ella me dijo, “Juan Luis, tengo hipotermia”. Era uno de los problemas que habíamos hablado que se podía presentar, por su falta de movilidad y la temperatura del agua, así que paramos un momento para estirar sus piernas y recuperar sensaciones.
De repente, se quedó inmóvil en el agua y se generó un silencio brutal tanto dentro como fuera. Nadie sabía que pasaba. En todos los que estábamos allí surgieron las dudas. Estoy seguro que solo ella sabía que lo conseguiríamos.
Al poco tiempo reanudamos la marcha, ya estábamos cerca, lo notábamos. Faltando unos pocos metros, me puse a su lado, decidí nadar a braza para estar a su par. A pesar del cansancio quería disfrutar esa oportunidad que me había brindado de poder nadar junto a ella. Y al levantar la cabeza, vimos que en la llegada estaban esperándonos muchas personas a las que admiramos, por el trabajo que desarrollan en la ONG, porque son padres de est@s chicos que luchan por ser felices como cualquier otro ser humano.
No puedo describir con palabras lo que sentí cuando tocamos el portaran. Uaaaaa. Nos abrazamos para sentir que el trabajo estaba hecho, que lo que nos habíamos propuesto, lo habíamos conseguido. Y a pesar del cansancio, no dejamos de sonreír, con la sensación del deber cumplido.
Tocaba celebrarlo con todos, dar las gracias por permitirnos ayudarles y, sobre todo, una ducha de agua caliente para que Raquel recuperase su temperatura.
Había disfrutado como un niño pequeño
Cuando me quedé solo, me senté en un banco, y rompí a llorar un rato. Era un cúmulo de sensaciones. Cansancio, alegría porque todo había salido bien, por ver a tantas personas que te quieren animándote, por faltar otras que quieres, Pero eso sí, había disfrutado como un niño pequeño. Me sequé los mocos y a la ducha…
Muchísimas gracias Raquel Domínguez Martín, por darme la oportunidad de nadar contigo. ¡Siempre recordaré este día!
Pero esto no puede parar ¡Seguimos!
Hasta muy pronto.