Tenía que llegar a la meta si o sí para traerle su medalla a Leo
Después de mucho tiempo haría un Ironman 70.3 y lo más importante, tenía que llegar a la meta si o sí para traerle su medalla a Leo. Uno de los diez niños y niñas con piel de mariposa a los que le vamos a dedicar una prueba este año. Y no solo a ellos, sino también a sus padres que tienen que vivir con esta realidad diariamente. Son 306 familias que reciben apoyo sanitario, psicológico y social de DEBRA. Piel de Mariposa, la ONG con la que estamos colaborando.
Y después de dos trenes, un autobús, algún que otro contratiempo sin importancia, sobre las 22:30 pm llegué a mi destino. Era de noche, llovía, hacía frío, me encontraba cansado y lo único que hice fue ver que la bicicleta estaba bien, descargar todo el material y buscar un sitio donde poder cenar ¡tenía muchísima hambre!
A la mañana siguiente, amanecí temprano, mire por la ventana y ¡qué bonito Ribadeo! Pero no había tiempo que perder, tenía un día intenso por delante. Bajé a desayunar, trabajé un rato, un ligero entrenamiento en bicicleta, dejar todo el material preparado y descansar bien porque al día siguiente tenía que traerme la medalla.
Un mensaje especial para Leo
Cuando estaba realizando el entrenamiento en la bici, se me vino a la mente lo último que Leo me dijo antes de venir hacia aquí. “Juan Luis, yo quiero ser alcalde”. Me hizo sonreír y decidí ir al Ayuntamiento a visitar al alcalde de Ribadeo. Llegue allí y me preguntaron que a dónde iba. “A ver al alcalde”, les respondí. “¿Tienes cita?”. “No”. Les conté a lo que venía, y me llevaron a una sala muy grande. Yo creo que era donde se celebraban los plenos. Allí estaba el alcalde con otra persona mirándome con cara de “de donde ha salido este loco”, pero cuando le conté a lo que venía me indicó que si esperaba unos quince minutos le enviaba un saludo a Leo y la verdad, salió espectacular. Las previsiones del tiempo para la prueba eran de mucha lluvia y sobre todo aire. Pero sólo pensaba en terminarla. Este año me he preparado mucho a conciencia y me sentía bien.
Me dolía la cabeza del frío, salí mareado.
Amaneció según las previsiones. Llovía y mucho aire. Primero nadar en la Playa de los Bloques. ¡Qué fría estaba el agua! No pude quitarme el frío en los dos kilómetros. Me dolía la cabeza del frío, salí mareado. Corriendo a coger la bici. Los primeros kilómetros me costó mucho coger el ritmo, pero tenía que conseguirlo y, por último la carrera. Cuando llegue a la meta y me dieron la medalla tuve una sensación brutal, ya estaba pensando en llevársela a Leo. Pero antes, tocaba recuperase, alimentarse bien, dormir y la vuelta a Sevilla, cansado, pero con la inmensa alegría del deber cumplido.
La entrega de la medalla
Ya en Sevilla, llamé a Lidia, la mamá de Leo, y le pregunté cuando podía llevársela. Con el cariño que siempre me han tratado en la familia, me dijo que cuando quisiera. Y decidimos el viernes. Yo me pasé toda la semana deseando que llegase el momento. Y llegó. Cuando entré en su casa, allí estaba él. No sé qué se le pasaba por su cabeza, pero se le veía ilusionado. Lo primero que paso es que me dio un abrazo, que ganas de llorar. Le puse la medalla y le conté todo lo que había hecho y habíamos conseguido con su ayuda. La cantidad de mensajes que había recibido enviándoles un beso para él. De donaciones. No daba crédito. Le enseñé algunos de los mensajes. Estaba alucinando. Su hermano, Abraham, le decía “Leo eres famoso”. Estuvimos un buen rato charlando y tocaba despedirse. Y como les dije, siempre los llevaré en el corazón. Ya son parte de mí.
¡Hasta muy pronto!