Para mí esta quinta medalla tiene mucha importancia. Por un lado, por conseguir el objetivo de poder llevársela a Pedro, el 5º protagonista del #RetoPichón2021. Y por otra, porque me ha ayudado a superar mis miedos y dudas. Hace dos años no fui capaz de superar esta prueba. No tuve las fuerzas suficientes para hacerlo. Y una semana antes rondaba no podía dejar de pensar si sería capaz de superarla.
Rápidamente me di cuenta de que son una familia muy especial.
Lo primero era ir a Córdoba a conocer a Pedro en persona. A él, a sus padres y a su hermano. Tenía muchas ganas de llegar. José, su padre, me estaba esperando en el portal y subimos a la casa. Allí estaba él, de pie, expectante, junto a Pilar, su madre, y a Pepe, su hermano. Y rápidamente me di cuenta de que son una familia muy especial. Estuvimos charlando un buen rato. Les conté mis aventuras, y sobre todo, me contaron como era su día a día ¡qué ejemplo!
Y además, Pilar me había preparado una tarta por mi cumpleaños. ¡Que ilusión me hizo! ¡Nunca se me olvidará! Le pedí a Pedro que fuera él quien soplara mis velas y fue brutal. Y tocó despedirse y prometerles que volvería con la medalla para su hijo muy pronto.
El viernes 16 de julio toco salir después de trabajar para Mequinenza (Zaragoza). Llegué a las 00:30 horas, muy cansado, con la única idea de irme directo a la cama. Había estado conduciendo todo el día y había hecho casi 1.000 kilómetros. Pensé que ya mañana sería otro día y que tenía el día entero para descansar y prepararlo todo.
Tenía claro que iba a ser una prueba muy dura y el calor iba a ser importante.
Y así fue. Me desperté temprano, desayuné tranquilamente y me puse a revisar todo el material y la bicicleta. Fue emocionante porque a las 12:30 me llamó en directo mi ya amigo Emi Caro que presenta un programa en la COPE de la Sierra Norte de Sevilla para que le contase cómo iba el reto y cómo se presentaba esta quinta prueba. Además, se conectó también, la madre de Pedro y fue muy importante, porque Pilar explicó muy bien todas las necesidades que tienen los pacientes del Piel de Mariposa.
Ya por la tarde, tocaba dejar todo el material y la bicicleta en su sitio, revisar los recorridos del día siguiente e irse a descansar. Una cosa tenía muy clara: iba a ser una prueba muy dura y el calor iba a ser importante.
A las 5:30 arriba. Desayunar y para la salida. En la natación todo fue bien. Conforme iba llegando el final del agua ya estaba en mi cabeza la bici. ¿Sería capaz? Y me puse a ello. Los primeros 10 kilómetros eran de un desnivel importante. Me lo tomé con calma. Quedaban muchos kilómetros por delante. Fui marcándome objetivos pequeños y cuando me di cuenta ya estaba casi al final. Había conseguido superarlo. La carita de Pedro no se me quitó de la mente. Todo era por él, por su familia. Ya tocaba correr, pero no me paraba de repetir que lo conseguiría. Empezó a apretar mucho el sol, pero ya estaba la meta cerca. ¡Y por fin, llegué! De los últimos, pero me daba igual, Pedro ya tenía su medalla.
Está siendo un año muy intenso y duro y de muchas emociones que hay que digerir.
Nada más llegar, hablé con los responsables de la organización y les conté cual era la razón de que yo estuviera allí y también les dije que Pedro tenía un hermano muy especial. Me regalaron otra medalla para él. Fue muy emocionante.
Llamé a Pilar y grité: ¡La tenemos! ¡La tenemos!
Después me quede allí un buen rato, solo con las dos medallas colgadas en el cuello, muy pensativo, agotado físicamente. Se me cayó alguna lágrima. Estaba muy feliz, con ganas de compartirlo con las personas que quieres. Pasaban personas de la organización y me preguntaban una y otra vez si estaba bien. Yo les repetía que sí, que estaba respirando. Está siendo un año muy intenso y duro y de muchas emociones que hay que digerir.
Decidí quedarme a dormir allí, era tarde y me encontraba muy cansado, y el lunes regresar a casa. Por supuesto antes pararía en Córdoba para entregarles las medallas a Pedro y a Pepe. Y así hice. Salí muy temprano y sobre las 17 horas había quedado con Pilar y José en llegar a su casa. ¡Que emoción! ¡Qué ganas tenía!
Estas personas se merecen todo el esfuerzo y más.
Allí estaban los dos esperándome. Sus caras no se me olvidarán nunca. Les pedí permiso para ponérselas y les dije lo que había hecho y que ya son parte de mí. Que siempre vendrán conmigo como Leo, Adriá, Mía y Victoria. Me pasé toda la tarde con ellos y sus padres hablando, jugando…
Volviendo se me rompió el coche y llegue en una grúa a casa, pero esto ya os lo contaré en otro post.
Hemos llegado al ecuador del #RetoPichón2021. Se acumula el cansancio y tengo que recuperar fuerzas, porque todavía me queda la mitad. Pero eso sí, las ilusiones están intactas. Estas personas se merecen todo el esfuerzo y más.
¡Hasta muy pronto!