El sábado tocó viajar a Málaga, que después de Sevilla ha sido el desplazamiento más cercano. Me acompañó mi amigo Jaime Sabater Perales, que también estuvo conmigo en Mallorca.
Ha sido un fin de semana repleto de emociones, por un lado, el sábado por la tarde una vez que llegamos a Málaga, tuve la oportunidad de convivir con los niños de la Fundación Luis Olivares, por los cuales este año estoy dedicándole tanto tiempo y tanto esfuerzo a la consecución del #RetoPichon2016.
La verdad, fue un empujón importante en un momento en el que ya después de ocho triatlones las piernas y la cabeza, sufren un desgaste tremendo. Esto supuso un golpe de realidad, en el que te das cuentas que lo que estás haciendo tiene una razón de ser.
Ya por la noche, después de cenar tocó acostarse temprano, y es que al día siguiente tocaba madrugar.
Como ya os conté en un post anterior, hace unos días recibí un correo electrónico de Nanes, una granadina, de Guadix, que reside por trabajo en Inglaterra, cuya historia me impactó. Me contó que una buena amiga suya le había hablado de mi causa, y que había decidido donar el dinero que le dieron por publicar un artículo sobre su hermana, que murió hace años en un accidente de coche. Me dijo que pensaba que ese dinero no le pertenecía y que debía hacer algo bueno con él, así que realizó su donación al #RetoPichon. Podéis leer el post completo aquí.
Me impactó tanto y me emocionó tanto que decidí hacerle un homenaje a Irene en este triatlónCómo ya le adelanté a su hermana Nanes por teléfono, para este triatlón iba a tener muy presente a Irene y su nombre fue en mi mono en su memoria. ¡GRACIAS!
Málaga, octavo escalón
Y llegó el domingo, tocó levantarse temprano, llevar todo el material a la zona de boxes para tenerlo todo preparado, porque a las 9:30 era la salida, ¡un ambientazo! Había más de 1.000 triatletas, el Reto Pichón presente en todas partes, la gente muy solidarizada con la iniciativa ¡Qué golpe de inyección!
Está siendo muy duro para mí, tengo que estar constantemente auto motivándome.
Hacía frío, así que nos pusimos el neopreno para nadar, y en el agua todo muy bien. En la bicicleta, venía de hacerlo muy bien en Gavà y seguí en la misma línea, y por último la carrera a pie. La llegada fue emocionante, realmente acabar después del esfuerzo y ver que ya llevamos ocho, me hizo sentir eufórico. ¡Recibí muchísimas felicitaciones! y tocó recoger y volver a casa.
Dolorido, pero con la enorme satisfacción de haber avanzado un pasito más en el reto que me marqué al iniciar el año, ahora nada más que toca seguir entrenando para las dos pruebas que me faltan en Getxo y Gijón.
Para Getxo tengo un aliciente que ya os contaré y que me hace muchísima ilusión. Y en cuanto a lo económico, seguimos apretando muchísimo, quiero llegar a lo que nos propusimos…¡A por el #RetoPichón!