Ha sido un fin de semana muy especial. El jueves 10 salí en coche con todo cargado para Linares (Jaén). Lo primero era ir a conocer en persona a la protagonista de esta tercera prueba del #Retopichón2021, a Mia y a los que para mí son los héroes, sus padres, Ana y Siscu. Después de dos horas y media de viaje, allí estaban esperándome en su casa, y también estaban sus abuelos, Amador y Loli. En unos minutos, ya me dejaron impactado, estuvimos charlando un buen rato y nos grabamos para seguir visibilizando esta dura enfermedad. Y finalmente me despedí hasta el sábado de ellos y emprendí mi marcha hacia Buitrago de Lozoya, en Madrid, para amanecer allí el viernes, trabajar, prepararlo todo y descansar lo máximo posible para la prueba del sábado y conseguir la medalla para Mia.
Era muy consciente de que durante toda la semana no me había encontrado bien de salud.
El sábado, aunque la prueba empezaba a las 10:30 (muy tarde), amanecí temprano como siempre para desayunar y revisarlo todo. Anunciaban para ese día mucho calor. Era muy consciente de que durante toda la semana no me había encontrado bien de salud, pero también de que tenía que llegar a la meta por Mia, sus padres y su familia.
Nada más empezar a nadar me di cuenta que no iba, empecé a descolgarme de casi todos, me costó muchísimo coger un buen ritmo. En la bici me recompuse algo más, pero me faltaban fuerzas, y ya en la carrera a pesar de que hacía muchísimo calor empecé a sentir que ya la teníamos. Que estaba cerca. Durante todo el tiempo solo tenía un pensamiento: MIA, sus padres, sus abuelos y sus tíos. Todos.
Además, durante toda la prueba (6 horas y 18 minutos exactamente) tuve mucho tiempo para reflexionar sobre todo lo que había visto el jueves en casa de Siscu y Ana.
Sus palabras me hicieron removerme por dentro y sigo teniéndolas en mi cabeza.
Fue muy especial escucharles hablar a los dos. Sus palabras me hicieron removerme por dentro y sigo teniéndolas en mi cabeza. Comprobar que como, aun siendo una pareja muy joven y trabajadora, su único objetivo en la vida es hacer de su casa sea su paraíso. Tienen que pasar muchas horas allí por la enfermedad de Mia. Todo está pensado, hasta el último rincón, para que sea feliz. Y me fui convencido que sí lo es. Han conseguido que esa niña sea muy feliz y que tenga una sonrisa en la cara siempre, a pesar de la dureza de la enfermedad rara, grave e incurable por ahora de su hija (la Piel de Mariposa) y de su falta de tiempo personal diario para ellos por las curas diarias que le tiene que realizarle.
Estoy convencido de que le están dando las herramientas más importantes que se le puede dar a un hijo para que sea feliz, a pesar de las dificultades que se te presenten en la vida.
Han sido 3 días en los que he hecho un máster de la vida. En los que ellos piensan que les he ayudado, pero realmente ellos son los que me han ayudado a mí. Y como les dije, esto no acaba aquí, ya son parte de mí y los llevaré siempre conmigo.
Me dolía todo, pero fue verla y desaparecer todos los dolores.
Nada más terminar la prueba, me pusieron la medalla y fui a llamarles y decirles que la tenía: ¡Ana, la tengo, la tengo! Le pregunté si me dejaban salír para allá a llevársela a Mia. No quería ni descansar, ni comer. Ya lo haría después.
Cuando llegué otra vez a Linares, allí estaba ella. Me dolía todo, pero fue verla y desaparecer todos los dolores. Ese momento no puedo explicarlo, hay que vivirlo.
Después me habían preparado una barbacoa para celebrarlo. Allí estaba Lucas, hermano de Siscu, en la barbacoa preparando unos chorizos y carnes. Me emocionó ver a su hija, que con trece años quiere ser ingeniera, cómo miraba con orgullo a su padre. Elena y José, sus tíos, Amador y Loli, sus abuelos, y hasta Polo, su perro.
Me hicieron sentir como a uno más de su familia, y no hay nada mejor. Me dieron lo que había y lo más importante, me abrieron su casa. Además, Amador y Loli me regalaron una garrafa de aceite espectacular, con lo que a mí me gusta desayunar todos los días una buena tostada con aceite.
Tocaba despedirse. Para mí fue duro. Pero la vuelta para Sevilla, me sirvió para desahogarme, para soltar unas cuantas lágrimas recordando todo lo vivido y soltar la tensión que está suponiendo el esfuerzo del reto de este año. Sin duda, eran lágrimas de felicidad.
Ahora toca recuperarse pronto, porque esto sigue y tenemos que conseguir la cuarta medalla.
¡Hasta muy pronto!